Y ¿cuáles son los elementos constitutivos, fundamentales, de aquel primer oratorio festivo? Los enumera enseguida:
..."Se trataba de conocer Las inclinaciones de mis compañeros" Es una característica que quedará en su oratorio para siempre: el muchacho, el joven, será el libro más leído, más meditado por Don Bosco. Conservamos aún en el Archivo Salesiano, cuadernos en los que D. Bosco hacia la lista de los nombres de los muchachos y junto a cada uno apuntaba reflexiones y consejos. "Conocer las inclinaciones para secundar las mejores de estas inclinaciones", será indicado por él como uno de los elementos fundamentales de su "sistema preventivo" (ver entrevista con Don Bosco, del 25 de abril 1884. T. Bosco: Don Bosco, una biografía nueva", LDC p. 416
Me querían bien y al mismo tiempo, me respetaban".Es su síntesis propia de la familiaridad y de la disciplina. La amistad hace que teman hacer lo que te disgusta, lo que indicas claridad y decisión: "Esto no está bien". *En su vida D. Bosco repetirá este pensamiento (reflexionando sobre tantas dificultadas que muchos de sus salesianos tenían para "tener disciplina de tres maneras diferentes: "Hazte amar, si quieres hacerte temer". "Hazte amar, antes de hacerte temer ". "Hazte amas más que hacerte temer".
" Cada uno me querían como amigo y juez en lo peleas. Trataban de tenerme como amigo, para que en el caso de peleas en el juego, los defendiese" Donde quiera que los muchachos juegan , suceden altercados. Y en el oratorio los casos son dos: 0 está presente el animador activo (salesiano o no) y los muchachos recurren a él para resolverlas. 0 este animador no existe (y no es un caso teórico) y entonces se crean pequeños líderes que cada vez se convierten en verdaderos dueños del oratorio: se recurre a ellos, se atienen a su juicio, se busca (por todos los medios) su amistad. Es una de las consecuencias más nefastas de la ausencia del animador activo.
Lector en los establos en invierno. (Memorias, p. 20). Comienza a asomar a la mente de Juanito la importancia de tener siempre lista una "bella narración" para finalizar una lección de catecismo, o para llenar un tiempo vacío.
Notables son las tres líneas que siguen: "en los alrededores se decía: vamos al sermón", porque antes y después de mis narraciones hacíamos la señal de la cruz y recitábamos un Ave María .
Comienza a surgir la característica abiertamente cristiana de la diversión propuesta por Juan Bosco. - Juegos al aire libre en el prado, en verano. (Memorias pp. 20 21). Le costaban mucha preparación, cansancio, caídas ("Crece ROBUSTO").
El punto esencial del espectáculo es una celebración cristiana: "Invitaba a todos a recitar el Rosario y a cantar un canto religioso. Luego subía sobre una silla y les decía el sermón: o sea, repetía la homilía escuchada por la mañana durante la S. Misa, o narraba algún hecho interesante que había escuchado o leído en algún libro".
Aparece un elemento nuevo (que Reffo lamentará no existir en el oratorio de Don Cocchi): "De mis funciones excluía a los que habían blasfemado, hablado mal y a quienes no querían rezar con nosotros".
Don Bosco no será nunca inflexible , pero decidido sí, ingenuo no: no permitirá nunca en su patio y en sus juegos a quien obstinadamente rechaza los mínimos elementos cristianos. De otro modo, se sentiría convertido en un director de gimnasio o en un malabarista. (Estamos todavía en esta línea? Conozco muchachos que frecuentan diariamente el oratorio salesiano, y desde hace tres años cuando su admisión no van nunca a misa).
He aquí tu campo, he aquí donde debes trabajar". A Juan Bosco se le asignó un campo bien preciso donde hará, no solo cosas imposibles, sino milagrosas: el campo de los muchachos pobres, en peligro, dispersos, semejantes a animales salvajes. Fuera de ahí, Juan Bosco y sus hijos no tienen la garantía de ningún milagro, tampoco de ningún éxito positivo. He aquí tu campo. He aquí donde debes trabajar"
"Hazte humilde, fuerte y robusto".
HUMILDE. Jesús debe crecer en los Jóvenes, no tú, educador, A Jesús debes querer; el educador, como Juan Bautista, debe, cada vez más, desaparecer de su vida a medida que deja el lugar a Jesús; es un desaparecer que, duele. Lo saben especialmente los que desean sobresalir. FUERTE no desanimarse ante los fracasos, los abandonos; es necesario recomenzar, renunciar al agradable coloquio con muchos "penitentes". para empolvarse con los chicos.
ROBUSTO. Toma en cuenta, por anticipado, que trabajar con estos muchachos es agotador: ved, sino, un campo de verano, colonias. Y ved también, a los animadores eternamente cansados, tirados en la banca desde la cual vigilan "desde lejos".
"A su tiempo todo lo comprenderás". Es tal vez la enseñanza más descuidada por los educadores. No desalentarse, no cortar el esfuerzo si el resultado, no llega "en poco tiempo". Con los jóvenes es necesario saber esperar "tiempos lejanos". El grano crece y madura en nueve meses, el joven tal vez en nueve años...
Es la primera vez que Juan Bosco entra en una ciudad (si bien pequeña). Y Don Valimberti, el primer sacerdote de quien se convierte en amigo, “me daba óptimos consejos sobre el modo de portarme y de mantenerme alejado de los peligros de la ciudad". Quisiera notar en voz baja que los muchísimos muchachos llegados a nuestras ciudades, también esperan estos " consejos de nosotros. Nuestro frecuentísirno. ¿Qué tal? no debería quedarse como una pregunta sin respuesta, sino como el inicio de “examen de la situación" en la familia, escuela, amigos, lugares frecuentados, películas vistas...
Sociedad de la alegría. En Juan Bosco, ya jovencito, nacen actitudes nuevas, ya evolucionadas. Por primera vez (y lo hará toda su vida! ) apenas se encuentra rodeado de muchos jóvenes, elige r los rnejores y funda un grupo Y una sociedad que no se aparte de los otros, sino que se convierta en el ala buena, en el fermento de los otros. Quien boicotea los "grupos formativos" salesianos, quien no los forma en cuanto puede, quien los ha sustituido por GRUPOS meramente deportivos, está fuera de la perspectiva de Don Bosco.
e nuevo por vez primera (y lo. hará. por toda la vida) traza un mini-reglamento de la "sociedad” . Para Don Bosco ésta se convertirá en una especie de manía: pocas reglas, claras, sencillas, pero con que se sepa de inmediato quién pertenece, qué se debe hacer, qué no se debe hacer.
El reglamento de la Sociedad de la Alegría tiene sólo dos puntos: (1. Ninguna acción, ninguna palabra que no sea digna de un cristiano. 2. Exactitud en los deberes escolares y religiosos). Pero inmediatamente antes, don Bosco ha anunciado un tercer punto “implícito" en el reglamento de toda sociedad que fundará: "Quien blasfemaba, pronunciaba el nombre de Dios sin respeto, tenía malas conversaciones, debía retirarse de la Sociedad”. Aún más, quien no pretende esta mínima participación cristiana de los jóvenes de un oratorio, de una organizaci6n nuestra; quien se conforma con que el número sea grande y que venzan en los torneos, está muy lejano de la sensibilidad de Don Bosco.
Las actividades son las ya encontradas en Valdocco: "Organizar juegos, tener conversaciones, leer libros que contribuyeran a la alegría de todos" y paseos (Memorias p. 38).
Durante las vacaciones escolares.' He continuado ocupándome de los muchachos. Los atraían mis narraciones, los juegos amenos, los cantos. Muchos, aún entre los mayores, no conocían de la verdad de la fe. Entre juegos y narraciones, les enseñaba el catecismo y las oraciones cristianas. Era una especie de oratorio". Interesante esta definición de oratorio: Catecismo y oraciones entre juegos y narraciones.
Pero se da cuenta de que para dar vida cristiana, es necesario nutrirse de vida cristiana, y en la misma página de las Memorias (p. 66), anota: “en aquellas vacaciones escolares dejé de hacerla de saltimbanqui y me dediqué a la lectura de libros religiosos. Debo confesar con vergüenza que hasta aquel tiempo los había descuidado".
Es un sacerdote anciano, pero Don Bosco nos lo presenta como el primer animador modelo: "era un sacerdote muy bueno, anciano. Caminaba todo encorvado, y sin embargo recorría todo aquel camino para escuchar con nosotros la misión" (Memorias, p. 24 25). "Me animó a frecuentar la confesión y la Comunión. Me enseñó a hacer todos los días una pequeña lectura espiritual. Todo mí tiempo Ubre, lo pasaba con él". (Memorias, pp. 25 26).
En contraste con el animador modelo Don Calosso, Don Bosco presenta cinco páginas, después (Memorias p. 3 l) un modelo negativo de animadores: Los sacerdotes de Castelnuevo: "Me sucedía con 'frecuencia encontrar por el camino al párroco y al vicario.
Los saludaba desde lejos, me acercaba con cortesía, pero ellos solamente respondían a mi saludo y continuaban su camino. Entristecido decía: ."Sí yo fuera sacerdote, no me portaría así. Trataría de acercarme a los muchachos, les daría buenos consejos, les diría buenas palabra” .
Notemos bien los valores que él destaca en el buen animador y 1os que quisiera encontrar en los animadores inhábiles: participación, aun sacrificada, en lo que hacen los jóvenes, poner el propio tiempo a disposición para ayudar y animar a la lectura espiritual; acercarse a los muchachos, decirles palabras agradables y buenos consejos. (Sería facilísimo documentar cómo Don Bosco hizo todo esto en muchas circunstancias, p. ej. en la estación de Caramognola cuando escuchó por primera vez la voz de Miguel Magone: se acercó a los muchachos, trató de participar en sus juegos con el riesgo de perder el tren, dijo buenas palabras, dió consejos, y terminó. . . por enganchar una "vocación" para su colegio de Turín, donde –si hubiese vivido Miguel Magone habría tenido todas las posibilidades de llegar a ser un buen salesiano).
Quisiera subrayar una característica fundamental que aquí ya exige Don Bosco del educador animador: la presencia física y activa, no sólo para impedir el mal (asistencia negativa) sino para un encuentro grato, disponible, que anime la vida del muchacho con la palabra, que suscite la alegría y el sentido de Dio< (asistencia positiva). Estoy dispuesto a afirmar que un educador que considera "perdido" un medio día pasado con los muchachos, que huye a refugiarse en leo libros dejándolos solos, que encuentra sólo en los libros y no también en la conversación con los muchachos argumento de reflexión seria, no tiene el estilo de Don Bosco.
Terminados los que he llamado “ 17 años de animador ”, Don Bosco comienza los 47 años de sacerdote. Continuará siendo animador, pero aparecen nuevos elementos que sólo el sacerdote puede desarrollar entre los jóvenes. En otras palabras: el estilo educativo permanece igual, los valores siguen siendo los mismos, pero en adelante comienza el apostolado intensísimo de la confesión dirección espiritual. Y de inmediato comprenderá que para santificar a los muchachos debe hacerse santo él y para convertir a los muchachos debe rezar y sacrificarse por ellos. De ahora en adelante en el sacerdote educador Juan Bosco, encontraremos estos dos núcleos paralelos de valores:
Estar, hablar con alegría, narrar historietas, jugar, dar catecismo, hacerlos rezar; Reflexionar sobre libros religiosos (me&taci6n), orar, sacrificarse, santificarse para hacer eficaz su apostolado entre los muchachos.
En las cárceles. El encuentro con los jóvenes encarcelados es una fuerte lección para Don Bosco. (Ha asistido también a condena en la horca de una veintena). Les enseña catecismo. Y comprende que "es necesario hacerlos convenirse en cristianos si se quieren reintegrar a la vida civil. Escribía: "A medida que les hablaba de la dignidad del hombre, en cuanto hacía resonar en sus mentes el principio moral y religioso, experimentaban en el corazón un placer del que no sabían dar razón, pero que los hacía .resolverse a hacerse más buenos" (MB 11, 107). Comprendió que a muchos jóvenes debe hacérseles descubrir el tesoro que llevan dentro: "ser hijos de Dios".
Al primer muchacho, Bartolomé Garelli, como ya lo he recordado ampliamente) le propone de manera muy sencilla, casi rudimentaria: la recuperación de la familia (que ya no la tiene) al encontrarse juntos como amigos; la recuperaci6n de la cultura (que no tendrá nunca la sociedad de aquel tiempo) a través de un poco de escuela; la recuperación de la dignidad de hijo de Dios (que está perdiendo) a través de un catecismo (Memorias, p. 105).
A los párrocos que se lamentan porque Don Bosco no manda a los muchachos del Oratorio a sus respectivas parroquias, responde: No pocos son disipados, indisciplinados tan catecismo y oración si son atraídos por recreos y paseos" (Memorias, p. 126).
No parece que Don Bosco " instrumentalizara " recreos y paseos que luego los “ hiciera pagar; esos recreos y paseos, con catecismo y oraciones. En otras ocasiones (ver los paseos al Monferrato) demuestra que comprende cuan valiosos son en sí mismos los paseos y recreos. Pero los subordina siempre al fin superior y se inquieta si alguien lo acusa de "chantajear" así a los muchachos. El quiere a los jóvenes y les hace el bien; la mamá que endulza una medicina para hacerla tomar a su hijo y curarlo, no le parece, de hecho, una chantajista".
Después de un paseo a Superrga, donde, con su muchachos, lanzó al cielo una novedad absoluta para aquel tiempo: una mongolfiera (paseo en globo), comenta: "Aquellos paseos encendían en los jóvenes un entusiasmo enorme. El Oratorio, aquella mezcla de oraciones, juegos y paseos, era ya su vida. Cada muchacho era de tal manera mi amigo, que no sólo obedecía a la menor señal, sino que estaba ansioso de hacer algo por mi (Memorias, p. 15).
Creo que esta definición, al vuelo, de "oratorio a lo Don Bosco", es notable. Ya no cambiará. El oratorio salesiano es ya definitivamente esto: una mezcla de oraciones, juegos, paseos, amistad con el animador, ansias de colaborar con él que lo orientará a una meta casi única: tomar parte en su apostolado, convertirse en apóstol como él. Estamos en 1846. Dentro de 10 años, en 1856, Domingo Savio fundará la "Compañía de la Inmaculada": la realización plena y total del espíritu del oratorio salesiano.
Valdocco, el oratorio definitivo
Una pequeña iglesia para reunir a los muchachos. Cuando Don Bosco, desahuciado de todos, llega a encontrar en el lombardo Francisco Pinardi la última persona que confía en él, y que está dispuesto a alquilarle el terreno. Don Bosco, para hacer el oratorio le pide: "una pequeña iglesia para reunir a los muchachos". El cobertizo que Pinardi le ofrece le sirve, sólo tendrá que ser adaptado, hacerle escalones, cambiarle el pavimento", así servirá para reunir a los jóvenes en torno de un altar. Sólo después de haber resuelto esta cuestión fundamental, Don Bosco pide alquilar también el prado que lo rodea, para que los muchachos jueguen. (Memorias, p. 139).
Y los muchachos, después de una larga jornada de trabajo, vienen a dar una mano a Don Bosco para preparar el oratorio: no a nivelar el prado, no a trazar líneas, sino a construir su Iglesia.